Cultura

Tangibles e Intangibles Culturales


Décima_Muestra_Internacional_de_Teatro__y__Títeres__de__CaracasPor: Alberto Ravara S. (*)

Desde hace siglos se ha venido consolidando la tendencia de ponderar un puente sobre un río por ser una obra tangible, concreta, necesaria de los seres humanos y para los seres humanos y la vida. Aún los intangibles culturales no logran en muchos casos, de manera consciente en las personas, alcanzar esa ponderación. Pareciera que los tangibles culturales de concreto y cabilla gravitaran decisivamente en la satisfacción de las sociedades y justificarían las gestiones de los gobiernos en la historia de la humanidad. Esta manera unilateral de determinar los pensamientos siempre choca con los resultados de cosificación, alienación e insatisfacción que se da en la vida cotidiana de las personas y por ende incide en el ánimo, la vitalidad y calidad de vida de las sociedades.

“No sólo de pan vive el hombre”, reza como parte del cuerpo de ideas de una importante religión monoteísta. Pero esa afirmación pareciera que sólo sirve para demostrar sensibilidad en las plañideras tertulias de la pequeña burguesía. Continente y contenido; ¿qué hacemos con un continente hermoso, rico en bienes materiales y bellezas naturales, sin ciudadanos conscientes, libres, iguales ante la ley, solidarios, con pensamiento crítico, creadores y soñadores de relaciones sociales de producción más justas, constructores de utopías posibles y diversas?

Hacernos preguntas es hallar, de alguna manera, la mitad de las respuestas. Ser valientes y probos en lo intelectual, reflexivos sin el chaleco de fuerza de los discursos establecidos con rémoras injustas del pasado, es posible que nos permita de alguna manera imaginar de forma colectiva en la batalla de ideas otras realidades, que nos conduzcan al desarrollo integral del hombre y la mujer nueva para este siglo y los siglos venideros.

Nuestras ideas

El Colectivo IIAVE-Teatro de los Invisibles, posee la profunda convicción de que el arte no está al margen de la lucha de clases. Parte de entender que el Teatro posee saberes milenarios, “Es escuela de hombres y mujeres” para el estímulo de la razón sensible que incide en la razón pura, ergo, contribuye al desarrollo eficaz del pensamiento crítico; amén de que al ser una disciplina artística concurrente, contribuye a desarrollar conocimientos de historia universal, historia contemporánea, literatura, psicología, música, danza, expresión teatral y corporal, plástica, arquitectura, etc.; así como oficios, de quererlo, autosustentables de carpintería, herrería, vestuario, escenografía, zapatería, diseño, iluminación, sonido, etc.

A todas estas posibilidades se le suma que un colectivo artístico y teatral es tejido social de singular calidad, pues quienes se asocian al mismo, lo hacen voluntariamente con el propósito de crear, de convivir, de expresar con belleza y al mismo tiempo servir socialmente.

El arte, al estimular la razón sensible de las personas, pone a cada una de ellas en relación consigo mismas, produciendo una reflexión individual y colectiva que hace consciente sus procesos espirituales, psíquicos y materiales. Esta toma de conciencia como es obvio, es razón pura incidida y transformada, sienta las bases de un nuevo cuerpo de ideas que contribuye de manera decisiva a los procesos dialécticos conscientes de la praxis social para el nuevo paradigma.

El desarrollo de las actividades y profesiones teatrales en el seno de las comunidades permite, de quererlo, que el teatro transforme al espectador pasivo en protagonista y a las comunidades en responsables de su construcción social, a través de una nueva visión del espacio público. Específicamente para la disciplina teatral se observan a simple vista dos fenómenos sorprendentes: 1) La respuesta del público en las comunidades es masiva, mientras que en la salas de los centros culturales se ve escasa; 2) La manifestación artística, su producto y la opinión sobre ella, no está en manos de las Claques, los antojos burocráticos, el poder de los dueños de medios y de sus criterios, sino que la valoración queda en manos de la comunidad.

IIAVE, Praxis Teatro

La experiencia de creación artística, participación y organización comunitaria en las trece Muestras de teatro y títeres en Caracas (de 2002 a 2013); dos en Vargas 2011-2013; una en Miranda 2012; una en Ciudad Caribia 2013; una de Cine autogestionario Caracas 2013; cuatro en Barrera, Edo. Carabobo de 2008 a 2011; y, treinta festivales en Portuguesa desde el año 1982, y los programas de talleres de formación, así como otros innumerables proyectos de este colectivo y de otras organizaciones culturales hermanas, con conciencia Social, Nacional y Latinoamericana, dan muestras del proceso real en la práctica.

Su indudable crecimiento y avance, el grado de organización adquirido a nivel comunal, de redes municipales, estatales y nacionales avalan estas afirmaciones. También es alentador el apoyo estatal y social que reciben. De cualquier manera, las viejas estructuras burocráticas culturales del país y el continente, aún se resisten con esa suerte de inercia conservadora. Inexorablemente, el paso arrollador de los pueblos organizados, el aprendizaje que el conjunto de la sociedad hace al calor de la lucha y en el marco conceptual y jurídico de la constitución de 1999, permite prever un futuro de esperanza y realizaciones en este siglo XXI que comienza. Indudablemente crece con fuerza la firme convicción de transformar la vieja cultura rentista, individualista, parasitaria, ineficiente, consumista, autoritaria, acrítica y de grandes desigualdades, en una Nueva Cultura de creación, productiva, participativa, autosustentable, solidaria, forjadora de conciencia crítica y de equidad.

Una pregunta necesaria

La pregunta que puede hacerse el lector a esta altura es: ¿Por qué los movimientos sociales y culturales del país y el continente no dejan  estos proyectos en manos de las iniciativas de los entes del Estado que intentan producir eventos artísticos, o en manos de los empresarios privados con su oferta capitalista de espectáculos? La experiencia gerencial del siglo XX nos muestra dos marcadas tendencias: 1) El o los empresarios privados, produciendo eventos artísticos para su lucro, irremediablemente contribuyeron a imponer un discurso hegemónico de las clases dominantes mediante una estética que, a pesar de “las buenas intenciones” argumentadas, estimuló al egocentrismo, banalizó la reflexión y contribuyó a cosificar y a alienar al ser humano; 2) En la otra vera, el Estado organizador, controlador y productor de arte, lejos de estimular la razón sensible del hombre, fue una suerte de chaleco de fuerza para los creadores, que condujo a experiencias en muchos casos criticables. Los grandes pensadores pedían “que cien flores se abrieran y compitieran cien escuelas de pensamiento”. Esto, lamentablemente, no se dio en la práctica y el burocratismo enquistado impuso permanentemente sus medidas administrativas que limitó el desarrollo del arte y de la ciencia.

En la actualidad se pueden ver esas prácticas como resabio de las acciones estatales del siglo XX. En nuestra Patria se le suma el viejo concepto de la cultura del evento. Lo eventual no produce procesos de transformación, en el mejor de los casos un evento de las mayorías nacionales reflejado por los medios masivos de comunicación puede darnos muestra de la existencia y disposición de los desposeídos, pero no la necesaria transformación ideológica de quienes participan en esa acción. Es sabido que los procesos ideológicos están íntimamente asociados a la práctica social, a la lucha por la producción, al ejercicio de la crítica y la autocrítica, al estudio, a la investigación, a la reflexión, en suma, a sintetizar lo practicado para contribuir de manera ininterrumpida a la elaboración de teoría revolucionaria que planteará nueva práctica; ergo, la Praxis Revolucionaria, que no es otra que el proceso constante de práctica-teoría-práctica-teoría.

Otro aspecto es, que el evento lo desarrollan, en muchos casos de manera apresurada, instituciones del Estado de transición, en el que se reflejan, y no puede ser de otra manera, la lucha de clases en el seno de los organismos con su cuota de discrecionalidad, descoordinación, falta de unidad de pensamiento para tener unidad de acción, juegos de poder de empleados públicos que apresurados por cumplir con sus jefes o “ascender socialmente”, incurren en autoritarismo, superficialidad, subjetivismo, liberalismo, individualismo e ineficiencia. Reproduciendo así la vieja sociedad que se desea cambiar.

Construir nuevas propuestas

En el siglo XXI, al calor de la lucha del pueblo y la ciudadanía, teniendo en cuenta la consolidación y avance del nuevo modelo que se refleja en los comicios del 8D, se hace más clara la posición que tratamos de interpretar, enunciar y sustentar: El pueblo y sus artistas orgánicos deben tomar poder organizativo, operativo y estético con el apoyo del Estado de transición y de otros sectores de la sociedad que tengan vocación de humanismo y libertad.

Para concluir este somero análisis, entendemos que: una programación de teatro de actores y muñecos, debe ser diseñada y organizada por especialistas de teatro, centros comunitarios, cultores,  artistas y luchadores sociales cuyo perfil, práctica e historia, prueban su compromiso con los puntos de vista e intereses de las mayorías nacionales y con la comunidad más desasistida en materia artística, para de esta manera intercambiar saberes, construir canales de identificación y fortalecer la razón de ser como ciudadanos. El mismo, indudablemente, contribuye a desarrollar de manera colectiva un proceso dialéctico constante de transformación ideológica; llevando su problemática y estética a un nuevo espacio de discusión y escenificación, para el tratamiento de los grandes temas sociales y para forjar nuevos conceptos y formas independientes para la toma del poder y la construcción del Socialismo en este siglo XXI que comienza, desde el pueblo y con acompañamiento del Estado de transición.

(*) Instituto de Investigaciones para el Desarrollo del Arte en Venezuela-Teatro de los Invisibles

1 comentario en “Tangibles e Intangibles Culturales”

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