“Todo son ganancias descomunales para una burguesía que se ha enriquecido como nunca, (…) importan chatarra, triangulan mercancía que nunca llega, o se roban directamente los dólares como hicieron con el SITME. (…) La clave está en las enormes fallas de la política económica que ha trazado el gobierno en este período. (…) Se ha caído, como una nunca, en una economía de puerto absolutamente dependiente del petróleo”
Vladimir Acosta
Por: Manuel Sutherland *
Es vox pópuli que empresarios dicen importar (con factura proforma en mano) 10 resmas de papel bond. La resma de papel bond cuesta (por ejemplo) 2 dólares (US$), pero ellos forjan una factura que indica que la resma cuesta 20 US$. Los 18 US$ restantes de la transacción, o sea, los dólares sobrefacturados, se dividen en:
1. Un porcentaje al proveedor extranjero;
2. Otro pedazo a funcionarios estatales corruptos de CADIVI, SENIAT, Aduana y Bolipuertos;
3. Las cuentas en el extranjero de los importadores;
4. Al clandestino, pero muy popular y concurrido, mercado paralelo. En este último la cotización ronda los 87 bolívares por dólar.
La divisa que adquirieron nuestros empresarios en Venezuela (venezolanos y extranjeros radicados en el país) la compraron al gobierno en 6,3 Bs/ US$ ó 11,7 Bs/ US$. De esa forma, realizan ganancias extraordinarias propias del narcotráfico y de la “trata de blancas”. Por esa vía, se alimenta lo que podría ser la fuga de capitales más grande en la historia de América (medida en términos de PIB).
Aunque el empresario asegura haber comprado 10 resmas de papel, la enorme mayoría de las veces las resmas ni siquiera existen, es decir, que de las 10 resmas que dicen importar, traen 1, 2 o ninguna. Lo único que interesa en ese negocio es poseer los dólares que de ese chanchullo derivan.
Cuando las resmas de papel no llegan, el efecto inmediato en la economía es: desabastecimiento (pocas marcas, existencias o variedades del producto) y escasez (ausencia absoluta de toda la familia del producto). Eso hace que los precios de todas esas mercancías y sus derivadas (libros, folletos etc.) se encarezcan de modo sideral (inflación elevada). Peor aún, de las pocas mercancías que llegan al país, un contingente grande se fuga a modo de contrabando por las fronteras con Colombia y Brasil.
En dicha situación de fraude importador los empresarios que tienen las mercancías son reacios a venderlas a los precios “antiguos” que pagaron por ellas, y tratan de guardarlas (acaparan) o las venden a precios muy altos (elevados márgenes especulativos).
Por ende, los síntomas que se achacan a una fementida “guerra económica”, no son tales.
Lo que sucede en Venezuela es pura y sencillamente el devenir normal del proceso nacional de acumulación de capital, bajo el control de cambio y la espectacular ganancia que arroja la venta de dólares en el mercado paralelo. Dicho negocio lo hacen quienes quieren tumbar a Chávez-Maduro, como quienes quieren que el gobierno bolivariano se quede hasta que se seque el mar.
* Asociación Latinoamericana de Economía Política Marxista
Ante todo un cordial saludo de paz y deseo de bienaventuranza para todos.
Tenemos sistemas de seguridad capaces de identificar cadenas productivas y redes logísticas narcotraficantes altamente complejas en todo el planeta; también sistemas de automatización, informática y comunicaciones que permiten conocer e influir la opinión de muchas personas, las necesarias en términos democráticos y geopolíticos.
Esos mismos sistemas deberían ser capaces de identificar los factores corruptores y los eslabones corrompibles en toda la cadena de abastecimiento de bienes importados. Es probable que aún no se haya resuelto debido a que el poder y la autoridad corrompida es superior a la gobernabilidad fiscal vigente.
De todas maneras, sin querer emitir un juicio de valor, es evidente que, a pesar de la política declarativa nacionalista y patriótica, hace tiempo dejamos de usar el término «endógeno», porque aún creemos en la capacidad mágica de compra e importación que se adquiere a cambio de la extracción y reventa de petróleo, creencia política particularmente fortalecida debido a la combinación «nefasta» en mi opinión, de tres causas: altos precios del petróleo (valor superior al Ppto. de la Nación); democracia electoralista basada en las urgencias propias de las impagables deudas social, cultural y desequilibrio de género; y, liderazgo potencial pero incipiente, suficientemente joven para renovar la sangre de la revolución, pero a su vez demasiado joven para neutralizar los tumores malignos de un cáncer metastásico llamado consumismo de alta tecnología.
Por otro lado, sin importar nuestros planes de desarrollo de mediano plazo y el que nos rompamos las vestiduras, aún no nos hemos identificado con la naturaleza, con el planeta, ni hemos sentido suficiente culpa por la deuda ecológica del Siglo XX, parece que todavía creemos que en Venezuela la Revolución Bolivariana puede y debe producir en este siglo XXI, lo que dejamos de hacer en el siglo XX sin que nos importe como sociedad entera, o por mayoría, lo que convenga para y por todos.
Finalmente creo firmemente que no existe realmente crisis económica ni social ni cultural, ni ecológica, opino que son consecuencia de una crisis de conciencia de la verdad, de ausencia de voluntad para identificarnos con nosotros mismos, de rescatar una revolución que comienza adentro del pecho, en lo profundo de cada uno de nuestros corazones.
Hablamos,
José Elías Barreto Robles
@yendoalaraiz
Yendoalaraiz@gmail.com
Barretoje@gmail.com
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