Opinión, Trabajadores/as

Sindicalismo clasista y lucha revolucionaria (II)  


sindicalismo-y-lucha-2-IMAG-1Sindicatos no clasistas: fascistas, amarillos, cristianos y socialdemócratas

 

Por: Mariano Vivancos. Especial para TP

 

Debemos trazar una línea conceptual entre los sindicatos clasistas y los no clasistas. Los primeros, son instrumentos de la lucha de clases que organizan los propios trabajadores para su liberación. Los segundos, son expresiones organizativas para la dependencia de la clase trabajadora a los capitalistas.

Sindicatos fascistas: el fascismo representa una dominación de la clase capitalista y de su dictadura en la etapa imperialista. Su modelo es el que los trabajadores y empresarios se agrupan de forma conjunta en sindicatos únicos por actividad económica, para la “eliminación” de la conflictividad social y laboral. Son la negación de la lucha de clases y para ello, suman prohibiciones, represiones y la ilegalización de la huelga. Todos los trabajadores están obligados a afiliarse y a que se descuente un porcentaje de su nómina para el mantenimiento del mismo.

Sindicatos amarillos: son los controlados o financiados por los empresarios. Responden a los intereses de éstos. También se aplica a sindicatos reformistas que rechazan las luchas obreras y contemporizan con el sistema capitalista en vez de tener una actitud combativa. Están expresamente prohibidos por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en el artículo 2 del Convenio 98 sobre Derecho de Sindicación y Negociación Colectiva. Las legislaciones nacionales también tienen normas similares reconociendo como “conducta antisindical” la influencia directa de los empresarios en el sindicato.

Sindicatos cristianos: la Internacional de partidos demócrata-cristianos, como respuesta al socialismo, crea sus propios sindicatos. Son los que parten del principio de que trabajadores y empresarios tienen un origen humano común, por tanto deben buscar soluciones fraternales, no como resultado de la lucha sino por la armonización de sus intereses con los del empresario. Sus reivindicaciones son exclusivamente para obtener beneficios salariales, pero adaptándose a los objetivos e intereses del empresario. Los gobiernos de Caldera y Herrera Campins favorecieron a las centrales CTV, CGT, etc.

Sindicatos socialdemócratas: la Internacional Socialista, bajo las tensiones de la Guerra Fría, propició la escisión del movimiento sindical mundial formando la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL), después Confederación Sindical Internacional (CSI). No se plantean cambiar las estructuras del Estado burgués. Son organizaciones burocratizadas y frecuentemente acusadas de corrupción por los propios trabajadores y tribunales de justicia. Otra característica es que cuando gobiernan sus partidos hermanos olvidan las reivindicaciones y luchas obreras. Se preocupan más de mantener a sus partidos en el poder (aunque aprueben leyes contra los intereses de los trabajadores), que en hacer avanzar al movimiento obrero hacia su liberación como clase.

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