Por: Edgar Meléndez. Especial para TP
No poco insistieron los clásicos del marxismo-leninismo –al igual que muchos otros autores posteriores–, sobre el hecho de que a la Clase Obrera no le surge por “generación espontánea” la conciencia de su rol histórico como sujeto revolucionario capaz de derrotar al capitalismo.
Ciertamente, la lucha contra la explotación y la opresión se nutre, por una parte, del deseo de igualdad y justicia social, pero la conciencia revolucionaria se construye con el conocimiento, el análisis y el estudio.
Por eso, especialmente en estos tiempos de agudización de la lucha de clases en nuestro país, es fundamental que las y los trabajadores –y sobre todo quienes militamos en su destacamento de vanguardia–, repasemos las múltiples enseñanzas del marxismo-leninismo.
Para comprender el papel revolucionario de la clase obrera, uno de los primeros textos a estudiar es el Manifiesto del Partido Comunista (1848), de Marx y Engels, ya que constituye el Programa y el marco general de la constitución del proletariado en clase, lo que se manifiesta en tal nivel de conciencia que éste organiza su Partido político y se traza como meta concreta la toma del poder político para la superación revolucionaria del caduco sistema burgués.
“De todas las clases que hoy se enfrentan a la burguesía, sólo el proletariado es una clase verdaderamente revolucionaria”, asentaba así el Manifiesto una verdad comprobada por los hechos históricos subsecuentes y que sirvió de base para toda la argumentación teórico-práctica con la que se desarrolló uno de los documentos más altos del pensamiento en la lucha de la humanidad por su emancipación definitiva.
Carlos Marx, ya desde sus Manuscritos Económico-Filosóficos (1844), resaltaba la división de la sociedad en clases que, de forma general, se expresa entre explotados y explotadores, y más concretamente, en el capitalismo, en dos clases antagónicas “propietarios y obreros desposeídos”.
En estos mismos trabajos, explicó las condiciones miserables de vida del obrero a través de una sustentación científica muy aguda –y sencilla a la vez– sobre el salario, la renta de la tierra, el capital y la enajenación del trabajo; concluyendo en la necesidad de la lucha para abolir dichas condiciones.
El marxismo-leninismo desentrañó el rol histórico del proletariado: adquisición de conciencia de su lugar en las relaciones de producción capitalista y de su necesario papel revolucionario; y, conformación de su Partido político, su vanguardia organizada, su Estado Mayor.
Cumplidas estas dos condiciones, el proletariado, constituido en clase, está en capacidad de trazarse tareas de mayor envergadura: la toma revolucionaria del poder político, la abolición del sistema burgués y la construcción del Socialismo –sobre las bases científicas del marxismo-leninismo y en la perspectiva de la formación económico-social comunista–; suprimiendo la propiedad privada sobre los medios de producción, planificando la economía y estableciendo la democracia revolucionaria.
Buenas tardes camaradas…Estamos claros, que para la construcción de la sociedad socialista, es necesario el desarrollo de los medios de producción, pero en la experiencia venezolana, no se impulsó ese desarrollo sino que se entendió que se debía cambiar a los patronos y así se hizo en algunos sectores, entonces no se impulso ese necesario desarrollo, sino que se suprimió la propiedad privada sin que todavia esten suficientemente desarrollados los medios de producción, aquí tenemos la traba….ni se avanzó en la conciencia revolucionaria del proletariado, ni se consolidó las bases de la nueva sociedad socialista. Esta experiencia es fundamental para que no pase por debajo de la mesa, hay que pensar en este detalle y recordar los principios del comunismo de Engels.
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