Armiche Padrón. Director of the «Olga Luzardo» National School of Cadres
This 21st century, once again, a specter is haunting the globe. Hundreds of thousands of death certificates are piled up declaring its death, but communism is still present; in some places it wanders as an idea that stuns the class enemy and incites others to organize; in others, it guides the actions of peoples who refuse to be part of the past.
The history of the Communist Party Manifesto must be linked not only to moments of upsurge in the proletarian struggle, but also to moments of retreat, such as the present. Anti-communism in general (and revisionism in particular) insists that Marxism was not right; that it no longer has any historical meaning and that the Manifesto of the Communist Party should only be seen from the perspective of the history of ideas.
On the contrary, for Marxists, to analyze the defeat of any battle under the criterion that the defeated was not right is, to say the least, counterproductive. In the class struggle, the real motor of history, the problem of force is decisive; and in this historical moment, the organic composition of capital, with a growing percentage of constant capital, i.e. new machinery with more and better technology, and a decreasing percentage of variable capital, i.e. labor power, the proletariat is living at a time when unemployment is spreading all over the planet.
If the bourgeoisie criticized the feudal nobility and the church for hiding in their castles and temples before the arrival of epidemics, today the proletariat is lashing out at the bourgeois attitude of «stopping production because they have produced too much». Too much not for the stomachs of the needy, but for the needs of the pockets of the exploiters.
The bourgeoisie, since its birth, and in this imperialist phase even more intensely, confronts the crises with the destruction of the productive forces through wars and generalized bankruptcies, as well as with brutal offensives against the proletariat, including mass unemployment, outsourcing, the proletarianization of the petty bourgeoisie and the middle strata, the destruction of the countryside; and, in extreme cases, with fierce repression against the revolutionary proletariat and its natural vanguard: Communist and Workers’ Parties.
So our weakness is not due to a supposed «lack of reason» or to the fact that as a social class we have ceased to exist. Our present weakness is conjunctural in relation to the strength that the bourgeois enemy has managed to accumulate, and which today is showing signs of tendency towards exhaustion.
For Marx and Engels, each concrete step taken by the proletarian movement is more important than dozens of programs; but these steps could not be taken without being guided by theory. The proletariat possesses two levels of consciousness: the spontaneous, that which emerges against the capitalist system and the conditions of life it imposes, and the theoretical, which results from the study and understanding that the struggle for better wages or for a more equitable distribution of products (or of the oil rent, in our case) does not solve the basic problem. When the proletariat takes up the strategic lines of the Manifesto of the Communist Party it is transformed from «class in itself» to «class for itself» and the horizon of a new world is drawn.
This is what gives the proletariat and the communist parties’ supremacy over all other social strata and groups: their theory, their integral and scientific conception of the world. As a science, Marxism is neither the heritage of the communists nor of the proletariat, but the latter is the ontological nature from which it is born.
The anti-communist and revisionist ideologues do not rest in launching theories to distract the proletariat from its science. Reality, for its part, continues to prove that bourgeois and petty-bourgeois fantasies are short-lived. The immediate task of all those who struggle against exploitation and oppression in its various forms is to take up the reading, study and application of the Manifesto of the Communist Party as a strategic guide for the liberation of humanity from the dictatorship of the bourgeoisie.
Español
175 aniversario del Manifiesto del Partido Comunista
Una guía vigente para la liberación
Armiche Padrón. Director de la Escuela Nacional de Cuadros «Olga Luzardo»
En este siglo XXI, de nuevo, un fantasma recorre el globo. Cientos de miles de certificados de defunción se apilan declarando su muerte, pero el comunismo sigue presente; en algunos lados vaga como idea que aturde al enemigo de clase e incita a otros a organizarse; en otros, guía el accionar de pueblos que se niegan a ser parte del pasado.
La historia del Manifiesto del Partido Comunista debemos vincularla no sólo a los momentos de auge de la lucha proletaria, sino también a momentos de repliegue, como el actual. El anticomunismo en general (y los revisionismos en particular) se empeñan en decir que el marxismo no tenía razón; que ya no posee sentido histórico y que el Manifiesto del Partido Comunista sólo debe ser visto desde la perspectiva de la historia de las ideas.
Por el contrario, para los marxistas, analizar la derrota de cualquier batalla bajo el criterio de que el derrotado carecía de razón es, cuando menos, contraproducente. En la lucha de clases, motor real de la historia, el problema de la fuerza es decisivo; y en este momento histórico, la composición orgánica del capital, con un porcentaje creciente de capital constante, es decir nuevas maquinarias con más y mejor tecnología, y uno decreciente de capital variable, es decir fuerza de trabajo, el proletariado vive un momento en que el desempleo se despliega por todo el planeta.
Si la burguesía criticaba a la nobleza feudal y a la iglesia por esconderse en sus castillos y templos ante la llegada de las epidemias, hoy el proletariado embiste ante la actitud burguesa de «dejar de producir por haber producido demasiado». Demasiado no para los estómagos necesitados, sino para las necesidades de los bolsillos de los explotadores.
La burguesía desde su nacimiento, y en esta fase imperialista con más intensidad, enfrenta las crisis con la destrucción de las fuerzas productivas a través de guerras y quiebras generalizadas, así como con ofensivas brutales contra el proletariado, entre ellas la masificación del desempleo, la tercerización, la proletarización de la pequeña burguesía y las capas medias, la destrucción del campo; y, en los casos extremos, con la feroz represión contra el proletariado revolucionario y su vanguardia natural: los partidos comunistas y obreros.
De tal modo que nuestra debilidad no se debe a una supuesta «falta de razón» ni a que como clase social hayamos dejado de existir. Nuestra debilidad actual es coyuntural en relación con la fuerza que el enemigo burgués logró acumular, y que hoy en día da demostraciones de tendencia a su agotamiento.
Para Marx y Engels, cada paso concreto que da el movimiento proletario es más importante que decenas de programas; pero esos pasos no podían darse sin estar guiados por la teoría. El proletariado posee dos niveles de conciencia: la espontánea, aquella que emerge contra el sistema capitalista y las condiciones de vida que impone, y la teórica, que resulta del estudio y la comprensión de que la lucha por mejor salario o por una distribución más equitativa de los productos (o de la renta petrolera, en nuestro caso) no soluciona el problema de fondo. Cuando el proletariado asume las líneas estratégicas del Manifiesto del Partido Comunista se transforma de «clase en sí» a «clase para sí»,y el horizonte de un mundo nuevo se dibuja.
Esto es lo que le da supremacía al proletariado y a los partidos comunistas sobre el resto de capas y grupos sociales: su teoría, su concepción integral y científica del mundo. Como ciencia, el marxismo no es patrimonio de los comunistas ni del proletariado, pero este último es la naturaleza ontológica de la cual nace.
Los ideólogos anticomunistas y revisionistas no descansan lanzando teorías para distraer al proletariado de su ciencia. La realidad, por su parte, sigue demostrando que las fantasías burguesas y pequeño burguesas son de corta duración. La tarea inmediata de todos quienes luchan contra la explotación y la opresión en sus diversas formas, es asumir la lectura, el estudio y la aplicación del Manifiesto del Partido Comunista como guía estratégica para la liberar a la humanidad de la dictadura de la burguesía.