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El “sacudón”: ¿tragedia o farsa?


gorbachov-perestroikaPor: Armiche Padrón. (*)

Especial para Tribuna Popular 242

En “El 18 Brumario de Luis Bonaparte”, Marx sentencia que “Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal se producen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y otra vez como farsa”; y hasta nuestros días este fantasma parece seguir las ejecutorias de unos cuantos que, arropados en el sectarismo y el eclecticismo, sienten que el manto inmaculado de la Historia los cubre para nunca dejarlos a la intemperie. Una vez que sucede, es demasiado tarde, y entonces se dan a la tarea de buscar a los culpables allende sus narices.

Cuando en los 80’s el Partido Comunista de la Unión Soviética permitió la consolidación de las fracciones revisionistas en el poder, su primera consigna fue declarar la necesidad de hacer “una revolución dentro de la revolución”, de reestructurar toda la maquinaria del Estado soviético para hacerla más eficiente ante las nuevas coyunturas. ¿Revolución dentro de la Revolución?… en términos físicos la declaratoria era clara: se haría una contrarrevolución que, en términos políticos, se expresó de manera abrumadora y contundente.

Hoy en día, se advierte desde Miraflores la necesidad de impulsar un “sacudón” que aún no logramos medir en la escala Richter a fin de determinar su capacidad de estremecer los cimientos de la política venezolana, pero ojo, no sea que lo que en aquel momento se vivió en Moscú fuese una tragedia que hoy los venezolanos terminemos viviendo como farsa.

Ese sacudón que según palabras del presidente Maduro pretende “rescatar la fuerza original de la revolución bolivariana”, tiene como objetivo “identificar dónde están los restos del Estado burgués, con su burocracia, su ineficiencia y su corrupción”. En un lenguaje que asusta por lo gorbachiano, comenzamos a advertir ciertas desviaciones típicas de la socialdemocracia quien asume el poder como un espacio a conquistar (a través de las elecciones alcanzando alcaldías, concejalías, gobernaciones, parlamentos, presidencia y hasta las vocerías de los consejos comunales para construir el “socialismo”), sin entender que el Poder es una relación social que surge en la lucha de clases.

El problema está en que no se deben buscar los “restos del Estado burgués”; después de 15 años los arañazos que se le han dado permiten entender que está vivito y coleando. Cuando confirmamos la fuga de dólares, cuando vemos la saña con que la Guardia Nacional y el Sebin enfrentan a los trabajadores en huelga, cuando escuchamos el accionar patronal de las Inspectorías del Trabajo, cuando vemos empresas nacionalizadas quebradas por mantener una lógica estatal destinada a favorecer los intereses del capital financiero, cuando vemos el festín que la burguesía comercial-importadora y la financiera poseen en nuestro país; en fin, cuando dejamos las consignas y nos ponemos a estudiar, agarramos un microbús y escuchamos las angustias de nuestra gente, o nos reunimos con los obreros y prestamos atención a sus quejas, no podemos menos que entender que aquí, en la Venezuela del 2014, no se deben buscar los “restos del Estado burgués”, sino asumir el reto de destruirlo definitivamente. Ello sólo será posible cuando la participación sea concreta en la toma de decisiones y no para avalar las decisiones de cenáculos o de consultores parisinos; cuando los trabajadores asuman el Poder no en forma de “consejos presidenciales” sino en la medida en que asuman el control obrero de la producción, administración y distribución de la riqueza que crean y sean la vanguardia del proceso.

Mientras la pequeña burguesía mantenga alianzas con la burguesía comercial-importadora y la financiera, la consigna no pasará de ser, como advirtiera el viejo Marx, una farsa.

(*) Miembro del CC y Secretario Político del CR del PCV en Sucre

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