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¡NO A LAS PATENTES DE VACUNAS! Declaración conjunta de los Partidos Comunistas y Obreros del mundo.


¡NO A LAS PATENTES DE VACUNAS!

Declaración conjunta de los Partidos Comunistas y Obreros del mundo

La pandemia de COVID-19 ha causado una gran tragedia desde hace más de un año. En este periodo, en muchos países, millones de trabajadores se han contagiado de la enfermedad, perdiendo su salud, su trabajo o incluso su vida. Por otro lado, en el mismo lapso de tiempo, algunas empresas que han vendido las necesidades esenciales de alimentos, materiales higiénicos, máscaras y, finalmente, vacunas, como mercancías, se han convertido en las más ricas del mundo. La clase capitalista ha convertido la pandemia en una oportunidad para una mayor explotación de los trabajadores con el fin de obtener más beneficios.

Varias de las vacunas que se han administrado desde finales de 2020 han sido desarrolladas por monopolios farmacéuticos. Existe un nivel importante de información sobre la eficacia clínica y los intervalos de dosis de estas vacunas. A pesar de que algunas de ellas se administran con precaución debido a algunos efectos adversos, pueden contribuir eficazmente a hacer frente a la pandemia. Sin embargo, desde la administración de la primera vacuna, sólo alrededor del 2,16% de la población mundial ha podido ser vacunada en su totalidad.

El principal método de lucha contra las enfermedades transmisibles es la inmunización generalizada, rápida y eficaz. Lamentablemente, el capitalismo del siglo XXI ha sido incapaz de aplicar esta fórmula básica para una infección mundial, como se ha visto en la pandemia de COVID-19. Las razones de esta situación son claras: a pesar de que todos los estudios de desarrollo de vacunas se han llevado a cabo gracias a los fondos públicos y a los esfuerzos de colaboración de miles de científicos, en las grandes potencias capitalistas el producto final fue confiscado por los monopolios farmacéuticos bajo el nombre de propiedad intelectual, o las llamadas patentes. Hoy en día, las vacunas sólo pueden producirse en algunos países. Mientras que los países imperialistas más poderosos piden muchas más vacunas de las que necesitan y obtienen una mayor parte de las existencias disponibles ahora y en el futuro, decenas de países, principalmente los menos desarrollados económicamente, sólo podrán vacunar a una pequeña parte de la población, en un futuro incierto. Esto es hacer oídos sordos a las muertes de los ciudadanos de esos países por una causa evitable.

El escenario más peligroso en el caso de las enfermedades infecciosas es la vacunación de una parte muy limitada de la población, lo que facilitaría la evolución del virus para que tuviera propiedades más avanzadas. Esto es lo que está ocurriendo en la actualidad.

La pandemia de COVID-19 no desaparecerá del mundo de una vez. Es más, las condiciones sociales y ambientales creadas por el capitalismo nos muestran que la humanidad volverá a enfrentarse a este tipo de epidemias, aunque de otras formas. La pandemia de COVID-19 también continuará hasta que se encuentre un tratamiento eficaz contra el virus y/o se logre una vacunación masiva y rápida; y en el mejor de los casos, la humanidad seguirá conviviendo con el coronavirus con una morbilidad y mortalidad reducidas. Por lo tanto, es de interés común de la clase obrera y de las capas populares luchar para que se dé prioridad a las vacunas y tratamientos contra las enfermedades infecciosas.

Las patentes o los derechos de propiedad intelectual han tenido un impacto que no ha facilitado la producción de vacunas como se argumenta, al contrario, han frenado la inmunización de las masas.

Pero no podemos dejar ninguna cuestión relativa a la salud pública a la «buena voluntad» de los monopolios con ánimo de lucro y a las competencias entre ellos.

Teniendo en cuenta y valorando las acciones de solidaridad y cooperación, las iniciativas y los esfuerzos desarrollados por algunos países, como Partidos Comunistas y Obreros del mundo, reclamamos conjuntamente:

  • La abolición de los llamados derechos de propiedad intelectual, es decir, las patentes, sobre todas las vacunas y formulaciones de tratamiento de COVID-19 utilizadas o en desarrollo, así como las regulaciones legales necesarias para ello en todos los países.
  • La producción, distribución y aplicación de las vacunas debe continuar enteramente por medios públicos y la intensificación de la intervención popular. Hay que ampliar y reforzar inmediatamente el sistema de salud pública.
  • Denunciamos la especulación con las vacunas. Toda la información sobre las vacunas y las fórmulas de tratamiento debe presentarse de forma transparente a las organizaciones científicas internacionales. La investigación en este campo debe llevarse a cabo con el principio de solidaridad y cooperación internacional, no de competencia
  • Las campañas antivacunas y la desinformación no científica deben ser abordadas con decisión.

 Los pueblos deben reforzar su lucha por la protección de la salud. Hay que entrar en conflicto con los intereses de los monopolios, que sacrifican vidas humanas por el beneficio.

19 de abril del 2021

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